martes, 26 de abril de 2011

Público ¿o? Privado

PÚBLICO ¿O? PRIVADO
GERMÀ BEL
(Publicado en La Vanguardia, 12 de abril de 2011)
Existe una cierta propensión a la polarización en el debate entre lo público y lo privado.
Sobre todo, si se trata de la producción de servicios públicos. Por un lado, quienes
idealizan lo privado proponen la privatización sistemática de servicios, prometiendo que
mejorará la eficiencia y se reducirán los costes para los usuarios. Por otro, quienes
idealizan lo público aprecian grandes riesgos para la igualdad y la calidad del servicio si
éste pasa a producción privada. Pero en la realidad las cosas son menos esquemáticas, y
a medida que se conocen mejor el funcionamiento de los servicios y las características
de la producción pública y privada las cosas devienen más complejas y menos propicias
a dogmas.
Es ilustrativo, en este sentido, el caso de Stephen Goldsmith, nombrado hace un año
responsable de operación de servicios públicos de Nueva York por el alcalde
republicano Bloomberg. Entre 1992 y 2000 Goldsmith fue alcalde de Indianápolis
(Indiana), después fue asesor especial del presidente George Bush, y más tarde profesor
de la Kennedy School of Government en Harvard. Como alcalde de Indianápolis
impulso un plan muy amplio de privatización de servicios públicos, que le convirtió en
icono del movimiento privatizador en Estados Unidos, siendo conocido como ‘el
príncipe de la privatización’.
A finales de marzo Goldsmith ha propuesto remunicipalizar los servicios de alta
tecnología de la ciudad, poniendo otra vez bajo producción pública su centro de datos y
su red wi-fi. Con ello pretende lograr un ahorro inmediato de 41 millones de dólares (30
millones de euros) respecto al coste de la producción privada. La cuestión crucial es
que, si bien la gestión privada ha reducido el coste de las tareas rutinarias, a menudo hay
que solicitar servicios de tipo no rutinario, y en esos casos las tarifas de los consultores
privados son muy elevadas. La acumulación de servicios no rutinarios ha generado el
sobrecoste que se pretende eliminar.
Es bien conocido en la teoría de la gestión pública que la privatización de tareas no
rutinarias y de calidad difícil de supervisar suele generar muchos problemas a los
gobiernos. El pragmatismo de Goldsmith, alejado de la dualidad estricta ‘público o
privado’, es un enfoque sabio. El New York Times ha abierto un hilo de debate muy
interesante sobre su propuesta (http://www.nytimes.com/roomfordebate/2011/04/03/isprivatization-
a-bad-deal-for-cities-and-states), al que han contribuido siete reputados
académicos de EEUU. Curiosamente, dos de ellos, Jack Donahue -de Harvard- y
Mildred Warner –de Cornell- han sido profesores visitantes en el grupo de investigación
‘Gobiernos y mercados’ de la Universitat de Barcelona. Otro, Trevor Brown –de Ohio
State-, nos visitará en el curso 2011-2012. Les tendremos informados. Por el momento,
mejor si van prescindiendo de posiciones rocosas e inamovibles en este terreno, y se
dejan penetrar por un saludable pragmatismo. Es decir, ‘público y privado’.

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