lunes, 7 de noviembre de 2011

El doble juego de Ryanair en España golpea al sector


A estas alturas de la película a nadie le debería de sorprender, pero Ryanair vuelve a dejar en cuadro a algún aeropuerto español cada vez que llega la temporada de invierno y no le salen los números. Ryanair aumenta un 20% sus beneficios en su primer semestre fiscal.
La aerolínea dirigida por el excéntrico Michael O'Leary echa cuentas y si no le dan lo que pide se marcha, dejando en la estacada al ingenuo aeródromo de la red de Aena que ha creado una infraestructura en torno al gigante de vuelos de bajo coste irlandés.
Ahora le ha tocado el turno a los aeropuertos de Reus y Girona. En el caso de la infraestructura tarraconense no operará en temporada baja, mientras que en Girona, reducirá a la mitad sus vuelos. La consecuencia es que 88 personas se quedan sin empleo en Reus hasta el próximo mes de marzo, cuando Ryanair vuelva con ocho rutas.

3,5 millones de euros

Si la Generalitat le hubiera dado 3,5 millones de euros la compañía irlandesa habría permanecido en invierno. Esta táctica que algunos acusan de chantajista es la que ha venido aplicando en muchos aeropuertos de España. La mecánica es muy simple: Ryanair cuenta con una empresa paralela que recibe las subvenciones que los Ayuntamientos y Comunidades Autónomas le dan en virtud de la promoción conjunta del turismo de la zona.

Gracias a este dinero, la compañía puede compensar las pérdidas causadas por los bajos precios de los vuelos hacia y desde el aeropuerto. Además de echar a la competencia, crea de la nada una infraestructura turística que depende directamente de que lleguen o no los pasajeros de Ryanair.
Fuentes conocedoras del método de actuación aseguran que estos desenbolsos a la promoción no solo se piden a las instituciones, sino a cualquier negocio o empresa que viva directamente de estos vuelos, como pueden ser los servicios de taxis o de autobuses.

Sin 'fingers', sin jardineras

Pero no sólo es el dinero, sino las ventajas competitivas que consigue en aeropuertos de la red de Aena, como poder trasladar a los pasajeros del avión desde la terminal hasta la escalerilla del avión sin necesidad de emplear finger (la tradicional pasarela telescópica) o jardineras (los autobuses que desplazan al cliente). Esto supone una ventaja competitiva por dos motivos: la mayor celeridad en las escalas y el ahorro en handling que supone no utilizar estos servicios.
Por este motivo, Ryanair ya ha tenido un fuerte enfrentamiento con un aeropuerto español. Fue el caso de Alicante, que tras una fuerte inversión en sus instalaciones obligó a las aerolíneas a utilizar sus fingers. El gigante del low cost se negó a emplearlas, porque aseguraba que sus costes se incrementarían en dos millones de euros anuales y amenazó con cancelar el 80% de sus vuelos en El Altet.
Al final, Aena ha cedido a la presión y ha permitido que la compañía embarque a la mitad de sus pasajeros desde la propia pista, ante las críticas de la competencia.

Antecedentes

No es la primera vez que a Aena se le tacha de floja con la aerolínea de Michael O'Leary.La empresa presidida por Juan Ignacio Lema es acusada en muchas ocasiones de connivencia con la propia Ryanair. En el caso de Cataluña, la Generalitat cree que el apoyo del gestor estatal de los aeropuertos para que la aerolínea de bajo coste entrara en El Prat ha sido la causa directa de la debacle en Reus y Girona.
De hecho, Iberia comenzó a dejar de lado a Cataluña hace cuatro años por este motivo y lanzó Clickair (ahora Vueling) para intentar competir en igualdad de condiciones con Ryanair. La compañía irlandesa reaccionó atacando al grupo presidido por Antonio Vázquez en el corazón de su negocio: Barajas. Las consecuencias de todo ello todavía continúan hoy, ya que Iberia se ha visto obligada a lanzar una compañía low cost (Iberia Express) para cubrir con rentabilidad sus rutas de corto y medio radio.
Cuando Ryanair no recibe este apoyo estatal en forma de ayudas a la promoción pone en marcha toda su maquinaría de agit-prop. Fue el caso de Valencia, donde el propio O'Leary tuvo un enfrentamiento directo con la consejera de Turismo, por aquel entonces, Ángelica Such. La compañía pidió un millón de euros y la Generalitat se negó. Como consecuencia de ello, cerró su base en noviembre de 2008 y redujo al mínimo sus conexiones aéreas con la capital del Turia.
No contentos con ello, Ryanair comenzó una campaña de desprestigio contra Such, porque sí había concedido esta cantidad de dinero para promoción turística a Air Nostrum, la aerolínea de vuelos franquiciados de Iberia que tiene su base en la zona. La empresa irlandesa consideraba que se estaba ayudando a una compañía aérea en pérdidas, mientras que se daba la espalda a otra rentable. Dos años después, Ryanair volvió a Valencia tras lograr ayudas de 800.000 euros.

¿Hasta dónde llegará?

El problema que puede surgir en el futuro es que Ryanair ya no basa su apuesta por España en uno o dos aeropuertos low cost, sino que a ellos ha sumado su fuerte presencia en los dos mayores hubs nacionales: Barajas y El Prat. Con todo ello, ha conseguido liderar el mercado por primera vez en su historia y este año terminará en primer lugar, sacándole millones de pasajeros a su perseguidor: Iberia.
Algunos expertos del sector se preguntan qué estaría dispuesta Ryanair a hacer si tiene la sartén por el mango en el mercado nacional. ¿Sería capaz de irse del país si no se cubren sus pretensiones económicas en forma de ayudas a la promoción turística? Es muy difícil, porque España es uno de sus mercados más rentables, pero cada vez el futuro de más actores del negocio turístico dependen de los pasajeros que trae O'Leary. Si apuesta por otros planes, las consecuencias para Aena podrían ser terribles.

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