miércoles, 26 de octubre de 2011

ANA estudia la petición de Spanair para vuelos directos a Barcelona

El País. Enlace directo al artículo.
Solo unas pocas nubes saludaron sobre el aeropuerto de Tokio-Narita el primer despegue comercial, con 240 pasajeros, del Boeing 787 Dreamliner, a las 12.40 horas (siete menos en Madrid) con destino a Hong Kong y 20 minutos de demora sobre la hora prevista. La compañía japonesa ANA celebró con sol y sake que es la primera aerolínea en volar el avión más moderno del mercado, un aparato que en opinión del presidente de la aerolínea, Shinichiro Ito, "cambiará el juego" de la industria de la aviación. Ito se declaró muy orgulloso de que su aerolínea sea la primera del mundo en volar el 787, del que ha encargado 55 unidades (40 del 787-800 y 15 del 787-900, con más asientos y mayor alcance). Ya tiene dos en su poder.

Ito confía en que el B-787 haga más competitiva a su empresa, la mayor aerolínea de Japón y la décimoprimera del mundo en número de pasajeros, gracias al ahorro de combustible (consume un 20% menos, según el fabricante) y las oportunidades que abre para nuevas rutas.
El Dreamliner, un avión de tamaño medio (hasta 290 pasajeros), puede volar sin repostar hasta 15.000 kilómetros, una distancia que antes solo podían cubrir el B-777 o el B-747 dentro de los aparatos de la gama Boeing. Al ser el Dreamliner más pequeños que estos, puede operar desde Haneda, el aeropuerto más cercano a Tokio (Narita está a 130 kiómetros) cuya pista es demasiado corta para los Jumbo. Desde allí volará a partir del 1 de noviembre (después de dos vuelos de excursión de una haora con salida y llegada en Narita para promocionar el 787 entre los clientes de ANA) a Hiroshima y Okayama, a partir de diciembre a Pekín y en enero a Fráncfort. A España, de momento, no.
Keisuke Okada, vicepresidente de ANA, explicó durante el vuelo NH 7871 que Spanair, su socio en Star Alliance, les ha pedido que vuelen a Barcelona, pero se lo tienen que pensar más porque, aunque hay mucho mercado turístico, falta el viajero de negocios. "Necesitamos ambos mercados", comentó durante el vuelo. Si se decidiesen a volar a la capital catalana quizá utilizaría el 787, pero no hay ninguna decisión tomada. Tienen más papeletas Suiza y Bélgica, además de la costa oeste de EE UU, según había comentado antes Ito, en una rueda de prensa tras la que se celebró la ceremonia del sake. Air Europa tiene encargados ocho Dreamliners en firme, que le entregarán a partir de 2014.
Los administradores de los aeropuertos de Narita y Hong Kong, un representante de Boeing y el propio Ito se vistieron unas chaquetas con los colores de la aerolínea para destrozar de un solo golpe, cada uno con un mazo, la tapa de madera del tonel del licor de arroz. Se brindó a mansalva pero afortunadamente los pilotos no participaron. El comandante Yuichi Mauri, de 54 años, y el segundo de abordo Masami Tsukamoto, de 48, que se limitó a señalar que el 787 es "muy fácil de volar" en un encuentro con la prensa un par de horas antes, quizá para dar confianza a quienes no estuvieran entusiasmados por probar un aparato tan nuevo.
No era el caso de Thomas Lee, un estadounidense que lleva tres inauguraciones de aviones. Ha tenido que pagar una pequeña fortuna para subir al B787 pero se declara "encantado de haberlo hecho". Cuando inauguró el 747 tenía 18 años, se enamoró de los aviones y se hizo ingeniero aeronáutico. También fue en el primer vuelo del A-380. Lee tuvo que igualar los 30.000 dólares que se llegaron a pagar en una subasta benéfica (los ingresos se han entregado a dos organizaciones de defensa del medio ambiente) para conseguir plaza en el primer vuelo del Dreamliner.
Boeing y ANA destacan del 787, además de su mayor eficiencia económica y medioambiental, la comodidad de su cabina de pasajeros. La presurización del avión al equivalente a 1.800 metros de altitud en vez de los 2.400 habituales no evita esa pequeña molestia en los oídos tras el despegue y antes del aterrizaje. El respaldo de la butaca no se puede reclinar (así se evitan las habituales broncas entre pasajeros por tal motivo), pero se mantiene el botón en el reposabrazos: en el 787 desliza el asiento unos cinco centímetros hacia delante. Las ventanillas carecen de persianas porque llevan un cristal "inteligente" que se oscurece al gusto del pasajero para evitar el deslumbramiento.
Las luces LED de colores le dan cierto toque futurista, aunque los baños con función bidé no suponen ninguna sofisticación para los japoneses. La única conectividad del avión consiste en la posibilidad de enviar un mensaje de asiento a asiento (no parece muy práctico pero funciona a la perfección) y cada plaza dispone de un conector USB.
Por lo demás, el 787 es un avión de doble pasillo, con amplios maleteros sobre las cabezas y pantallas individuales para que cada pasajero se entretenga con películas, juegos o música. Para Boeing es un enorme hito que se hayan utilizado materiales compuestos (en su mayoría fibra de carbono) y para Japón, que el 35% de la estructura lo haya realizado empresas niponas como Mitsubishi y Kawasaki Heavy Industries.
El vuelo inaugural, de cuatro horas y media, algo más de 3.000 kilómetros sobre el mar del Sur de China, fue muy tranquilo (si obviamos el jaleo periodístico) con las únicas turbulencias (suaves) al llegar a Hong Kong, envuelto en una densa y tibia niebla. Nada más abandonar la pista, a las 15.30 hora local (seis menos en España) el 787 recibió la segunda ducha del día por parte de los bomberos (la primera fue en Narita). A los pasajeros les esperaba una bienvenida en forma de danza de dragones al son de tambores y platillos.


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