Spanair e Iberia han protagonizado este octubre que termina los cambios de más calado en la industria turística. De una forma y otra, ambas llevan encaminadas la llegada de un nuevo accionista en un caso y la creación de una low cost para los vuelos de menos horas en el otro. Tanto es así, que ya tienen preparadas sus nuevas marcas comerciales, Barcelona Airlines e Iberia Express.
Las aerolíneas españolas viven un momento ciertamente crítico, después de una década en que han tardado en asimilar hacia dónde se dirigía la aviación europea de forma irreversible. SoloVueling puede ser algo optimista, aunque después de que entre 2007 y 2011 haya recibido más subvenciones públicas que Iberia, Air Europa, Spanair, EasyJet y Air Berlin juntas.
Mientras tanto, las agencias, el otro eslabón en la cadena del negocio turístico, pasan por probablemente el trance más delicado en muchos años. Los márgenes son cada vez menores, y la guerra de precios amenaza con implicar cierres masivos. Sin olvidar del impacto causado por el ‘boom’ de los outlets este verano.
Solo los hoteles, por tanto, parecen salvarse de su deprimente entorno, gracias a su menor dependencia del turista nacional. Pero ni en este caso el ejercicio va a ser fecundo en cuanto a rentabilidad, que ni de lejos va a ir pareja a la ocupación y pernoctaciones. Los precios se pactaron antes de las revueltas en el Magreb.
Así, la primera industria del país, “la que tira del carro”, etc., vemos que presenta un panorama que podría definirse como desolador. El Turismo no escapa de la debilidad de su entorno, por mucho que a veces pueda parecer una isla en él. Qatar y China, las potencias emergentes, prueban con su irrupción en el Sector español la interconexión entre las diversas naciones e industrias características de nuestra época.
La conclusión es que ni antes ni ahora el Turismo ha estado completamente en “manos turísticas”. Primero fueron los bancos los que eran accionistas, luego pasaron a ser las cajas, y ahora sonQatar y China, que amenazan con desembarcar en el Turismo español más allá de NH Hoteles oSpanair.
Los fondos de las potencias anglosajonas, EEUU y el Reino Unido, han conseguido dar vida aOrizonia (Carlyle) y a Iberia (British Airways), pero ahora el Sector tuerce su mirada a Oriente. Probablemente no queda mucha otra alternativa. Es el resultado de uno de los grandes males estructurales que padece esta industria en España: la falta de un lobby.
En España no hay ni un lobby potente del Sector en su conjunto, y por segmentos solo la hotelería lo ha conseguido gracias a Molas y Estalella. No hay una voz unánime para las aerolíneas ni para las agencias. Falta una ABTA o una IATA. El Sector ha obviado frecuentemente que lo mejor para uno también puede ser lo mejor para todos.
La fuerza del a menudo incompetente sector público en el Turismo tiene mucho de culpa en el origen de los males. ¿Cómo gestar un lobby ante quienes se tienen tal cantidad de relaciones comerciales?
Los políticos han tratado de usar del Turismo como otro campo más donde extender los dominios de su casta. La futura Barcelona Airlines seguirá participada por el Gobierno autonómico. AirNostrum, franquiciada por Iberia, y que operaba como una suerte de Iberia Express, ha sido la receptora de más ayudas públicas que el resto de aerolíneas juntas entre 2007 y 2011, incluyendo aRyanair. Ello ha supuesto una grave distorsión en el mercado de la aviación, cuyo resultado es la aguda crisis de las aerolíneas españolas.
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