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Hamad bin Khalifa al-Thani es el jeque que gobierna Qatar con poco margen, de momento, para la democracia. Aunque sí es cierto que está dando pasos políticos para la modernización del emirato --este martes anunció los primeros comicios libres a celebrar en 2013-- su prioridad es ganar la partida en la escena internacional gracias a su abultada chequera. Este ‘príncipe del desierto’ es el as en la manga de la Generalitat y Ferran Soriano para rescatar a Spanair de la bancarrota.
Después de las constantes negativas del sector, marcadas por las sonoras calabazas de Lufthansa, Singapore Airlines y Turkish Airlines, y de las dificultades de Lazard para convencer a otras grandes aerolíneas o fondos de inversión para que asuman el control de la compañía catalana, Spanair, como el FC Barcelona, ha llamado a las puertas del emir. De momento Al-Thani estudia la compra del 40%, aunque la operación no es segura y cuenta con la oposición de su propia aerolínea, Qatar Airways.
Qatar es un pequeño emirato situado en el Golfo Pérsico que ha conseguido hacerse en poco más de cinco años con el control de las grandes empresas europeas. Además, este año ha rescatado al Barça de los números rojos gracias al contrato de patrocinio vehiculado a través de la Qatar Foundation. Pero las marcas emblemáticas que ahora se resguardan en el paraguas del emir no se limitan al mundo del deporte. Los almacenes Harrods o el lujoso Royal Savoy Hotel (Lausana, Suiza) están bajo su control.
La mayoría de las adquisiciones se canalizan a través de la Autoridad de Inversiones de Qatar (QIA, por sus siglas en inglés) y es exactamente donde Lazard mandará los libros de Spanair. El fondo soberano fue creado en 2005 para gestionar las plusvalías generadas por la industria del petróleo y del gas natural. Del análisis de su cartera de inversiones se deduce que su estrategia es invertir siempre fuera del país, preferentemente en Europa, y en sectores variados y distintos al energético. Spanair ha pedido 150 millones de euros por el 40% del capital.
Diversificado
Además de tomar posiciones clave en el sector del lujo hotelero del viejo continente, el emir ha desembarcado sin titubeos en los grupos automovilísticos Volkswagen y Porsche, los bancos globales de Barclays y Crédit Suisse, la Bolsa de Londres, el estudio Miramax Films (filial de Walt Disney), el grupo editor francés Lagardère, la española Iberdrola o la importante cadena británica de supermercados J. Sainsbury, además de los mencionados almacenes Harrods, donde destinó 1.600 millones de euros.
Las inversiones publicitarias comprometidas con el FC Barcelona no son las únicas en el ámbito futbolístico europeo. Uno de los príncipes herederos de Al-Thani decidió comprar a través de la QIA el Paris Saint-Germain (PSG) a mediados de 2011. Uno de sus grandes amigos, el Presidente francés, Nicolas Sarkozy, es seguidor del equipo.
El doble juego
Desde que se concretó la adquisición del club por parte del fondo qatarí, el PSG ha hecho grandes fichajes como los de Javier Pastore, Diego Lugano y Mohamed Sissoko gracias a los 80 millones de euros con los que ha contado el cuerpo técnico. Esta estrategia pone palos en las ruedas de los planes del FC Barcelona, como reconoció su vicepresidente económico, Xavier Faus, al inflamar el mercado europeo en un momento en el que el club azulgrana tiene el cash justo para llegar a final de temporada.
Con una población de 1,6 millones de ciudadanos, de los cuales el 80% son extranjeros, Qatar ha conseguido superar todos los obstáculos y a candidatos de la talla de Estados Unidos, Australia y Japón para organizar la Copa de Fútbol de 2022.
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