RYANAIR, la primera compañía aérea de bajo coste de Europa, es también la compañía líder en España, con más de 23 millones de pasajeros, y eso le da un enorme poder de negociación, que ejerce al máximo, sin contemplaciones, para lograr las mejores condiciones posibles de los aeropuertos con los que opera.
La compañía irlandesa ha sido determinante en el fuerte aumento del número de turistas que ha registrado Catalunya en los últimos años, primero a través de los aeropuertos de Girona y de Reus y, más recientemente, desde su nueva terminal en Barcelona. La creación de una amplia base de operaciones en el aeropuerto de El Prat, acordada directamente con Aena, le ha hecho perder interés por las otras dos.
Ryanair ya ha anunciado que dejará de volar desde Reus y ahora amenaza con dejar de hacerlo también desde Girona, a menos que la Generalitat le aumente sustancialmente las subvenciones que le otorga. En concreto pide 15 millones de euros anuales por traer tres millones de turistas. La cifra supera en 3,5 millones de euros lo pactado con el Govern tripartito. De entrada parece una cifra desorbitada en unos momentos en que Catalunya está afrontando un duro ajuste fiscal para reducir su déficit público. Pero la compañía tiene la sartén por el mango y aprieta las tuercas. Ayer dijo que suspenderá otras 21 rutas, además de las 18 ya anunciadas, hasta dejar sólo 25.
La economía de Girona, especialmente su sector turístico, puede sufrir un serio revés si pierde la aportación de turistas que hace Ryanair, especialmente en las temporadas de otoño y de primavera, ya que la llegada de pasajeros en esas fechas permite desestacionalizar el negocio veraniego. La solución parece clara: huir del monocultivo de Ryanair y abrir los cielos de Reus y de Girona a otras compañías. Pero eso no es tan fácil y, en todo caso, requiere tiempo. A corto plazo, no parece haber más alternativa que seguir negociando para lograr un acuerdo, a pesar de que el modelo que impone Ryanair, basado en la presión constante para obtener mejores contrapartidas, es rechazable y puede sentar precedentes peligrosos.
En el diálogo con Ryanair es clave que la Generalitat y Aena vayan de la mano, con una posición común en defensa de los intereses generales, a diferencia de lo que ha sucedido hasta hoy. Incluso en el aeropuerto de Barcelona hay que estar alerta. La compañía ya ha enseñado sus cartas, como ha hecho en otros lugares, y podría intentar cambiar de nuevo las reglas de juego en su beneficio cuando lo considere oportuno.
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