sábado, 9 de julio de 2011

Rebelión y presunto delito a bordo de Vueling

Economia Digital
Los pasajeros del vuelo 6107 de Vueling procedente de Roma invadieron este jueves por la noche las rampas de aviación del aeropuerto barcelonés de El Prat tras amotinarse durante el desembarco. El comandante del A320 de la aerolínea catalana ordenó paralizar los autobuses, conocidos como 'jardineras' y que tenían que trasladar a los pasajeros desde los pies de la aeronave hasta la terminal 1, al comprobar que faltaban dos chalecos salvavidas a bordo. El piloto avisó a la Guardia Civil, como indica el reglamento en estos casos. 

“Se estaba cometiendo un presunto delito”, según la portavoz de Vueling, y “por ello el comandante detuvo a las 'jardineras'” y avisó a los agentes. Como resultado de esta decisión, más de 150 personas quedaron atrapadas entre 20 y 30 minutos en los tres autobuses que Groundforce --la empresa dehandling contratada por Vueling-- destinó a este vuelo. 

El pasaje interpretó el hecho como una deficiencia del servicio de la aerolínea presidida por Josep Piqué. Testigos del episodio añaden que el aire acondicionado no estaba conectado, aunque portavoces de AENA han certificado que los autobuses “cumplieron con los requisitos de calidad que exige el aeropuerto”.



El encierro en estos vehículos fue la gota que colmó el vaso de una tarde que puso a prueba la paciencia de los pasajeros, según detallan algunos clientes de Vueling a Economía Digital. El avión acumulaba a su llegada a Barcelona entres dos horas y media (como reconoce la aerolínea) y tres horas de demora (según los pasajeros). 





Retrasos

La aeronave debería haber despegado de Roma a las 18.45h, pero desde las pantallas “ya se comunicó el retraso”, según la versión de uno de los pasajeros. El embarque comenzó a las ocho de la tarde, pero el avión no inició la maniobra de despegue hasta las 21.30h. “Estuvimos entre 45 y 60 minutos dentro del avión, sin recibir ningún tipo de información”, siempre según el relato de los clientes de Vueling corroborado por Economía Digital.

Aunque el vuelo transcurrió con normalidad, la llegada a Barcelona encendió la mecha del motín. Con los viajeros agolpados en tres autobuses, el comandante decidió detener las 'jardineras' hasta que aparecieran los chalecos presuntamente sustraídos o llegara la Guardia Civil. “Está en juego la seguridad de los próximos pasajeros del avión”, justifican en Vueling. 

A los 20 minutos de encierro, uno de los clientes forzó las puertas del vehículo y lo abandonó a pie en dirección al edificio de la terminal. La medida fue secundada por el resto del pasaje que esperaba en ese autobús a que emprendiera la marcha ajeno al presunto delito y ante la incredulidad del conductor que también avisó a la Guardia Civil del aeródromo.

Arrastrando el equipaje 

Como resultado del acto de “rebeldía” --así califican en la aerolínea los hechos-- la zona más próxima de párquing de aviones de El Prat fue tomada por un grupo de unos 50 pasajeros que caminaron con su equipaje de mano durante unos minutos entre aviones parados y vehículos de servicio. “Nadie nos impidió nada, ni nos escoltaron ni nos dieron indicación alguna”, explica a este medio digital una pasajera. “Cuando llegamos a la terminal decidimos subir por las escalinatas exteriores de un finger y entrar”, continúa el relato. 

Fuentes del aeropuerto aseguran que el avión estaba estacionado a un máximo de 40 metros de la fachada de la terminal y que la caminata duró tan poco que cuando llegaron los agentes “la mayoría de los pasajeros ya estaban en el interior”. Sin embargo, Vueling asegura que la Guardia Civil tardó más de 20 minutos en presentarse.

Presunto delito

La Guardia Civil está estudiando las grabaciones de seguridad del aeropuerto barcelonés. Fuentes de AENA advierten que todos los pasajeros que abandonaron las 'jardineras' cometieron un posible delito contra la seguridad aérea. Pero la investigación policial se centra en localizar a los presuntos ladrones de los dos chalecos salvavidas. La Guardia Civil pretende identificarles y puede actuar de oficio, según el gestor aeroportuario. 

Vueling insiste en la gravedad de las sustracción y del perjuicio que este comportamiento podría haber generado a otros pasajeros en caso de no ser el último vuelo del día. Sobre el retraso, confirman que fue originado por un cambio de aparato “por razones técnicas” en Barcelona. Esta sustitución hizo perder el turno de despegue a la aeronave catalana en el aeropuerto romano de Fiumicino y a esperar en cola tras los aviones que sí operaban con puntualidad.

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